El sonido de las manifestaciones: una escucha táctil

Entender el sonido como territorio de disputa política.

Una escucha trans-sensorial

Quizás resulte contradictorio o falaz el decir que una escucha puede ser táctil, pero ¿por qué no jugar con las definiciones basadas en el cruce de los sentidos? ¿Acaso no estamos inundados de expresiones como “Esta luz es muy cálida” o “Esta obra clásica comienza con unos violines muy suaves”?

Habilitados para entender la escucha trans-sensorialmente, nos proponemos adentrarnos en las manifestaciones callejeras a través de sus sonidos. Esto implica en primer lugar dejar ciertos sentidos comunes que califican a algunos sonidos como “ruidos”, con una connotación negativa que los vincula con un significante vacío y una sonoridad molesta, para escucharlos considerando sus implicancias socio-culturales. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar, establecer una relación entre lo escuchado con la producción de ese sonido y su entorno espacial.

La manifestación callejera, en términos generales, se caracteriza por ser la ocupación de un lugar físico, que funciona como punto de encuentro para los distintos cuerpos que reclaman y pretenden hacerse notar. Estos cuerpos encontrados suspenden por un tiempo determinado el normal funcionamiento del espacio que ocupan, como puede ser una plaza pública o una avenida, y se comprometen en una expresión colectiva que propone actitudes de escucha y de emisión. Al mismo tiempo, la espacialidad circunscripta y limitada por la misma distribución de los cuerpos físicos, se ve constantemente cuestionada y desafiada por el elemento sonoro de la manifestación: una concentración de mujeres en una plaza del microcentro de la Ciudad de Buenos Aires manifestándose en contra de la justicia patriarcal que falla a favor de femicidas, ocupa un espacio determinado con pancartas y carteles. Pero esos límites espaciales se ponen en crisis cuando las manifestantes emiten el característico grito amazónico feminista, que viaja y se aleja del lugar de emisión por las calles aledañas. En este sentido, la masividad de una manifestación, ¿está determinada únicamente por la cantidad de cuerpos que se encuentran? ¿O tenemos que empezar a considerar otras características como la sonoridad?

Escuchar El sonido de las manifestaciones: Marcha educativa

Cuestionar las relaciones de poder sonido a sonido

La complejidad de este fenómeno social no permite generar grandes teorías que pretendan abarcar todas las manifestaciones, pero existen algunas características que nos permiten empezar a pensar y entender este fenómeno. Proponemos una lectura del hecho que implica el cuestionamiento a la estructura clásica de la comunicación (basada en el esquema de Jakobson) en donde tenemos a un emisor que envía un mensaje a un receptor. Esta concepción clásica indica que, lógicamente, va a haber un cuerpo que emite y otro que recibe, estableciendo así una jerarquía entre los cuerpos implicados. Lo que encontramos en las manifestaciones es un conjunto de cuerpos que actúan, en el sentido micro, como emisores y receptores que se van retroalimentando. A la vez que un cuerpo escucha, emite en ese mismo sentido, y así, en pos de construir un sujeto colectivo que se expresa ante un destinatario no siempre presente. Este conjunto constituye una expresión colectiva direccionada, mediante elementos sonoros y no sonoros. Estos últimos refieren tanto a los carteles, pancartas, folletos como a los elementos del lenguaje no verbal, como pueden ser las expresiones y gestualidades. Los elementos sonoros presentes en las manifestaciones pueden ser generados por los propios cuerpos, como los cánticos y los sonidos no verbales como los chiflidos o los abucheos, o por instrumentos o elementos de percusión como los bombos o las cacerolas.

Todos estos tipos de sonidos cobrarán vida y se combinarán entre ellos, conformando una sonósfera que, sin agudizar la escucha, sonará siempre de manera similar. Ahora, proponiéndonos una escucha aural, en tanto desautomatizada y considerando su dimensión socio cultural, podemos identificar las particularidades que resaltan por sobre lo general del sonido de la manifestación. De acuerdo con los grupos sociales protagonistas (agrupaciones, clases sociales, grupos etarios) las sonósferas tendrán una u otra particularidad. Como ya hemos mencionado, las marchas feministas en Argentina suelen identificarse fácilmente por los gritos amazónicos, por ejemplo, mientras que las marchas más conservadoras se limitan a romper el silencio en conjunto cantando el himno nacional.

Escuchar El sonido de las manifestaciones: Interrupción voluntaria del embarazo en el Senado

La escucha táctil

A la hora de registrar estas experiencias sonoras, el paisaje sonoro y la postal sonora son las mejores herramientas, ya que permiten capturar no solo las palabras y las consignas, sino también la intensidad que se percibe en el lugar de los hechos. Como una suerte de captura aurática del aquí y ahora único, el paisaje sonoro permite transportar la experiencia vibracional que se genera en el cuerpo, a un dispositivo que permitirá reproducirla luego. Entendemos como experiencia vibracional el sentir y la percepción de los sonidos que conforman a la sonósfera, a través del cuerpo íntegro, especialmente a través de la piel. Esto se genera justamente por los patrones de resonancia que generan los sonidos en nuestros cuerpos, constituyendo una experiencia de estrecha intimidad con la propia carne, según explica Herman Parret1. La referencia a lo táctil tiene sentido cuando decimos que el oído no es el único protagonista en la escucha, sino que el cuerpo en su conjunto se compromete en la expresión colectiva. Sin embargo los elementos no sonoros, como los carteles o las pancartas, quedarían excluidos del registro utilizando el paisaje y la postal sonora, si no se encuentra alguna estrategia para sonorizarlos. Una manera de sonorizar estos elementos es, por ejemplo, contar con los cuerpos individuales (o en pequeños grupos) que hacen a la manifestación y registrar los carteles con sus propias voces. No solo las palabras escritas se materializaran en sonidos, sino que la elocución, la pronunciación y el tono, por dar algunos ejemplos, le darán una connotación determinada al mensaje. Todos estos elementos, quizás ausentes en la expresión escrita, permitirán analizar con mas precisión la implicancia socio-cultural del reclamo, sus características y los mensajes que circulan en él.

Escuchar: El sonido de las manifestaciones: Justicia por Lucía

Entender que el sonido es un territorio de disputa política, en donde los mensajes y los reclamos circulan como en cualquier otro medio, es empezar a des-automatizar la escucha y el registro. Constantemente estamos atravesando espacios físicos que son ocupados por cuerpos que pretenden hacerse ver (o escuchar), generando entornos con características particulares que permiten reconstruir una esfera socio-cultural en referencia a un momento histórico y por lo tanto, político. Incorporar estas cuestiones nos permite profundizar tanto en la tarea periodística y documental, como en la artística.

Escuchar El sonido de las manifestaciones: Santiago Maldonado.

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1Parret. H; Ver y escuchar en “De La Semiótica A La Estética. Enunciación, sensación y pasiones”; Edicial; Buenos Aires.

Para pensar

¿Como cambiar la percepción para dejar de escuchar “ruido” y empezar a escuchar “sonidos políticos”?

Si el día de mañana nos toca salir y manifestarnos, ¿Como pensamos la sonoridad de nuestra manifestación? ¿Que elementos podemos sumar para construir una sonósfera creativa que llame la atención?

Materiales de interés

Escuchá #LaRabia episodio 1 de la colección La Rabia y la Música, Chile despertó para ver cómo pueden utilizarse los sonidos registrados en manifestaciones dentro de otro género radiofónico.

El sonido de las manifestaciones: una escucha táctil

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