Instrumentos comunitarios en la caja de herramientas del Estado

¿Puede el sector social inspirar políticas estatales?

 

A lo largo de nuestra investigación sobre la figura de la radio municipal, encontramos proyectos con distintas características, inquietudes, gestiones y misiones, por lo que podemos decir, sin aún haber dado por concluida la investigación (ni siquiera cerca), que no hay un patrón básico de funcionamiento que se repite: cada radio es un mundo. En concreto, las audiencias de cada municipio tienen distintas exigencias, demandas y gustos a la hora de consumir radio. No nos atreveríamos ni siquiera a esbozar un tratado general del funcionamiento de las radios municipales de nuestro país, así como tampoco podemos concebir un manual general sobre el funcionamiento de las radios comunitarias. Ahí es donde la radio estatal de carácter local y las radios sociales se encuentran. Hablamos de construcción de una identidad propia de la comunidad, que permita al/la oyente identificarse con aquello que está escuchando y que sea parte, no solo desde la escucha, sino desde la participación. Nos referimos a instancias de democratización y de apertura. Esto refiere necesariamente a un cuestionamiento de la expertise que <necesita> el lenguaje radiofónico para salir a recorrer el éter. ¿Debe una radio, que se percibe y se proyecta como democrática y participativa, anclarse en el uso tradicional de la palabra, el guión, la música y el silencio? ¿Qué vínculo debe tener una radio de estas características con sus audiencias? ¿Puede ser una herramienta en manos de la comunidad o debe sujetarse al rol tradicional de difusión cual megáfono que inunda el espacio sonoro y se incrusta en los oídos?

Dentro de los proyectos que encontramos en este largo camino, se encuentra el de la radio municipal de Pilar, Provincia de Buenos Aires. En el año 2011, como ya hemos señalado en otros artículos, se llevó adelante una asignación masiva de frecuencias de FM para los municipios de distintas provincias, como una política de incentivo. Mediante la resolución 322/11 de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), se le asignaron frecuencias a la mayoría de los municipios de la Provincia de Buenos Aires. Entre ellas, la 87,9 al municipio de Pilar, perteneciente a la localidad homónima. Pasaron siete años hasta que el municipio recibió la autorización para la instalación, funcionamiento y explotación del servicio de radiodifusión mediante la resolución 539/18 del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM). Entre que el municipio recibió la asignación de frecuencia y la autorización, el concejo deliberante emitió la ordenanza municipal 147/17, que resulta interesante en este camino de conocer la figura de las radios estatales de carácter local.

La ordenanza en cuestión es la reglamentación local que crea la radio municipal y funciona como un manifiesto del proyecto político de comunicación, al menos desde su planificación y motivación. En los considerandos de la ordenanza se establecen puntos en común entre lo proyectado para la radio municipal y las algunas características generales de las radios comunitarias. En este sentido, se destaca la importancia de la cercanía con la comunidad, en tanto un desarrollo cívico, democrático y solidario. Incluso, llega a plantear una instancia de “permitir expresarse a los que no tienen voz” y de “servir de portavoz de los oprimidos1, como filosofía propia de la radio comunitaria a incorporar en el proyecto estatal. En este sentido, también se destacan tres características de la radio comunitaria: “actividad con fines no lucrativos, la comunidad -el municipio, en este caso, concretamente- tiene el control sobre la propiedad y está caracterizada por la participación de la comunidad”. Se plantea entonces, una herramienta para la comunidad en un proceso de transformación social desde la comunicación, en donde se revisan las representaciones, las influencias a través de los contenidos, los formatos, los sonidos, las relaciones con los y las oyentes y las formas de preguntar y de responder (algo no menor).

En su articulo tercero, la ordenanza establece los objetivos de la Radio Pública Municipal, que pasamos a comentar brevemente: respeto por los derechos humanos, pluralismo (político, religioso, social, cultural, lingüístico y étnico), derecho a la información, educación formal y no formal, desarrollo de la identidad local, especial atención al público infantil y a los sectores de la población no contemplados por el espectro comercial y promoción cultural de contenidos propios. En un articulo posterior, también se establece que la radio brindará difusión a los actos del gobierno local.

Desconocemos los motivos por los cuales el proyecto de la radio municipal de Pilar no se ha concretado, pero queremos destacar aquí los principios que lo motivaron, en tanto valora el trabajo y la propuesta de las radios comunitarias, transformándolas en una política de Estado. En este sentido, y retomando la introducción de este articulo, sostenemos que no hay patrones básicos de funcionamiento en las radios municipales, pero sí creemos fuertemente que ese funcionamiento resultará genuino en un proceso de democratización de la palabra si está atravesado, por ejemplo, por características provenientes de los medios comunitarios. Creemos entonces, que el estado puede (y debe) contar con estos “instrumentos comunitarios”, extraídos de las experiencias ya existentes, dentro de su caja de herramientas a la hora de diseñar y llevar a cabo un proyecto. Destacamos entonces, la potencialidad de estos proyectos de radios estatales a escala local que priorizan un rol social, partiendo de la mencionada ordenanza municipal que nos da argumentos concretos para seguir construyendo experiencias vinculadas con una comunicación participativa, plural y democrática.

 

1http://168.197.50.243/~hcdpilargov/digesto/ordenanzas/147-2017.pdf

Instrumentos comunitarios en la caja de herramientas del Estado

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