Sumergirse en las sonoridades propias de las ciudades es un ejercicio interesante a la hora de viajar por el mundo. La ciudad de Moscú nos invita, literalmente, a descender en cada esquina para cruzar las calles.
La mayoría de los cruces han dejado de ser sobre sendas peatonales (y menos que menos por el medio de la calle, a piaccere del transeúnte). Por el contrario, la dinámica y la planificación de la ciudad implica descender algunos metros y caminar por debajo de las calles y avenidas.
El paisaje sonoro siguiente corresponde a uno de estos cruces subterráneos del Gagarinsky District, en donde encontramos una pequeña sorpresa sonora que nos recuerda (si fuera esto necesario), que estamos caminando las gélidas tierras rusas.