Este es un poema que habla de la muerte y de la carne humana en descomposición y, aunque no lo crean, es un poema de amor. Evoca y describe la última forma de la vida, o tal vez, la primera, el ciclo vital. La putrefacción, la belleza de lo muerto, que engendra vida nueva. Claro que Baudelaire, poeta maldito número uno, lo describe, lo nombra con un cinismo sublime. Para Baudelaire, no hay horror en el poema, no hay espanto, compara a su compañera con eso. Habla del reciclaje de la madre tierra pero de una forma poética.
De los poetas más cercanos, es Leónidas Lamborghini el que recupera este poema titulando así a uno de sus libros, “Carroña última forma”, donde retuerce y desfigura el lenguaje, a tal punto de crear, o intentar crear, otra cosa, otra poesía en la poesía.
Baudelaire perteneció a una generación que buscaba romper el canon, lo establecido, con el fin de que la creación sea más auténtica y no producto de un listado de parámetros y límites. Otros poetas malditos fueron Mallarmé, Corbiere, Arthur Rimbaud, tal vez uno de los más conocidos hoy en día.
Una Carroña – Charles Baudelaire