Flores y el entramado de sonidos migrantes
En el contexto del taller de medios comunitarios y autogestivos del Centro de Formación Profesional 24 (CABA), los docentes Diego Skliar y Gonzalo Rojas invitaron a producir contenidos a partir de una caminata por el barrio de Flores. La única consigna de dicha caminata fue “salir de los automatismos”, alineado con una escucha causal para identificar de donde vienen esos sonidos que percibimos y que hay detrás de ellos. Detenerse a escuchar la ciudad puede ser una experiencia a la vez familiar y novedosa. Es importante aclarar que esta experiencia de escucha no arroja siempre resultados gratos… como mega ciudad que es Buenos Aires, debemos lidiar con el tránsito violento, por ejemplo con bocinas que rompen con (cierta) estabilidad de la sonosfera, o con gritos e insultos de una sociedad adentrada en la violencia cotidiana.
Entre las posibilidades de escucha de la ciudad, me interesó particularmente profundizar en su auralidad, considerando los factores socio-culturales que constituyen la experiencia social del presente. Buenos Aires es una ciudad cuya identidad está compuesta por agentes de orígenes diversos, lo que resulta en una combinación étnica única. El encuentro con migrantes en muchas esquinas porteñas hace a la posibilidad de viajar en cada conversación y de adentrarse en culturas, hábitos, sabores, sonidos y elocuciones propias que se entregan a un compartir en conjunto. Es por eso que me propuse registrar y documentar una instancia sonora en donde se identifiquen estas materialidades acústicas de orígenes diversos, que se funden y constituyen la identidad propia de una parte de la ciudad de Buenos Aires. Tomé el grabador y me dirigí al barrio de Flores, precisamente a la avenida Avellaneda, en donde se concentran vendedores y vendedoras ambulantes conocidos como “manteros y manteras” por exponer sus productos en una manta apoyada en la vereda. Estos vendedores y vendedoras son en su mayoría extranjerxs, algunos/as de países limítrofes como Bolivia o Paraguay, y otros/as de países mas lejanos como Senegal. En la misma vereda, conviven los distintos productos a la vez que las distintas entonaciones del idioma castellano para ofrecer los mismos. En su mayoría, los vendedores senegaleses ofrecen anteojos, pulseras, relojes y ropa de ejercicio mientras que los y las vendedores/as latinoamericanos, ofrecen desde accesorios tecnológicos para los teléfonos móviles, hasta comidas típicas de sus países. A lo largo de la caminata por la avenida, se pueden escuchar a los distintos actores interviniendo el espacio sonoro con ofertas, precios y técnicas de convencimiento para tentar al potencial cliente. No podemos ignorar los sonidos policiales en la escucha, porque sería ignorar una problemática social que recae sobre lxs vendedorxs ambulantes, en forma de represión y violencia.
La experiencia sonora de caminar por la avenida Avellaneda y ser atravesado por la sonoridad propia del barrio, construida por actores de origen diverso, resulta un momento socio-cultural sumamente rico. Registrar, comentar y compartir esta vivencia tiene la intención de invitar a valorar este tipo de encuentros y mixturas que hacen a la identidad acústica de un sector particular de la ciudad. A partir de la convivencia de lo que se presenta como distinto, surge lo novedoso.
Paisaje sonoro de la Avenida Avellaneda- Flores- Buenos Aires