Por un pensamiento sensato en torno a la Ley de Medios

La aprobación del Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la Cámara de Diputados está generando, desde los medios masivos de comunicación, diversas reacciones que desde nuestro lugar de especialistas queremos refutar.

Aclarando que tenemos más diferencias que similitudes con la forma de gobernar que tiene el kirchnerismo, queremos señalar que el proyecto sancionado por Diputados, de ninguna manera atenta contra la libertad de expresión. Esta es una idea que se pretende instalar desde los medios masivos, y es comprensible si pensamos que esta Ley irá contra sus intereses, que no son los del derecho a la comunicación y la libertad de expresión, sino los de concentración y ganancia económica.

La ley planteada, muy lejos de coartar la libertad de expresión, propone la posibilidad de que haya distintas voces y puntos de vista, y no que, como ahora, la mayoría pertenezcan a los mismos conglomerados empresarios. TN está diciendo que con la nueva Ley, podría desaparecer y que eso va contra la libertad de expresión. Nosotros preferimos creer que en donde hoy está TN, puede haber un canal que piense distinto que Canal 13. Porque para pensar como canal 13, ya existe canal 13. Eso es verdadera libertad de expresión, y sobre todo, mayor pluralidad para el público a la hora de elegir y de formar su propia opinión sobre los asuntos de la realidad.

Si bien a esta Ley le falta mucho para garantizar el desarrollo de los medios comunitarios esto no significa que sea una Ley Mordaza, o que no sea mejor que la actual vigente.

Si bien a esta Ley le falta mucho para garantizar el desarrollo de los medios comunitarios —que a nuestro entender son imprescindibles para una comunicación democrática—, esto no significa que sea una Ley Mordaza, o que no sea mejor que la actual vigente. Nadie le va a quitar a Canal 13 –por dar un ejemplo— la posibilidad de opinar con su línea editorial. Lo que se pretende es que en lugar de tener 10 canales donde decir lo mismo, haya 10 miradas distintas sobre lo que ocurre en la realidad.

También nos parece peligroso el manto de sospechas que se está ciñendo sobre la centroizquierda que votó favorablemente el proyecto. Lejos de lo que dicen los grupos empresarios afectados, la opinión de estos Diputados no pasó de una completa oposición a una adhesión entusiasta, de la noche a la mañana y sin que mediara ninguna modificación en la ley. Y lo peor es que estos grupos saben que no es así. Los bloques de la centroizquierda plantearon desde el comienzo del debate que adherían a numerosos puntos de la ley, pero que existían cuestiones centrales que no se podían aceptar: el ingreso de las telefónicas y la conformación reducida de la autoridad de aplicación. Se produjo la modificación, entre muchas otras, de ambos puntos. Se restringió el acceso de las telefónicas y la autoridad de aplicación se hizo más federal y plural.

Es decir, los Diputados de centroizquierda, de una situación inicial de rechazo parcial al proyecto debido a cuestiones esenciales, pero puntuales, decidieron respaldar el proyecto al haberse modificado esos artículos atendiendo sus reclamos. Lo cual tampoco quiere decir que la ley no sea perfectible. Más allá del acierto o el error en la decisión política, ¿no debería funcionar así siempre el Parlamento?, ¿no se trata acaso de debatir las leyes, proponer modificaciones, aportar, y votar en función de si se está de acuerdo con la ley en cuestión o no? ¿O la única política posible, según estos grupos, es la alineación u oposición automática? Ni votar una ley hace kirchnerista a nadie ni votarla en contra lo hace oposición.

No nos interesa tanto defender a los Diputados en cuestión, y mucho menos defender su decisión. Esa es otra discusión. Lo que sí nos interesa es defender la política como espacio público de debate, en el que se confronten ideologías, modelos económicos, políticos y culturales, de manera racional y sensata, con el objetivo de construir políticas públicas honestas y democráticas, que se diriman como el resultado de esos debates ideológicos y no de mezquinas tácticas y estrategias electoralistas o de poder. Lamentablemente, consideramos que el mensaje ofrecido (tanto desde los medios masivos, como desde la oposición que se opone por mera estrategia de conformación de alianzas, y desde el oficialismo que hace de la lealtad entendida como aceptación de lo bueno, de lo malo y de lo muy malo su única dinámica posible) desvirtúa la política y, por lo tanto, vacía a las instituciones. Y si se vacían las instituciones, la democracia pasa a ser una mera formalidad.

Desde el Centro de Producciones Radiofónicas del Centro de Políticas Públicas para el Socialismo, queremos dejar en claro que se puede estar de acuerdo con muchos aspectos de esta Ley, sin ser oficialista, ya que esta Ley no limita la libertad de expresión sino que, sin ser perfecta, tiene muchos aspectos valorables.

Por un pensamiento sensato en torno a la Ley de Medios

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