No solo un género, sino también un disparador para hacer una radio más linda.
El radioarte me queda lejos. Yo lo que necesito es informar, pasar música, entretener y contar los problemas de mi comunidad. En radio no hay tiempo para el arte.
Muchas veces da la sensación de que en radio, y sobre todo en radio social, se parte de premisas de este tipo para evitar meterse en el mundo de la experimentación sonora, al menos de forma consciente y planificada. En este texto intentaremos ver que no hay nada más alejado de la realidad, y que el radioarte, amén de ser un género radiofónico, puede ser un método de producción, un disparador que nos permita no caer en los lugares comunes del medio.
Con radioarte nos referimos a todas las formas de experimentación sonora, y como tales, a una preocupación estética por el sonido que intentaremos volcar en nuestra producción. No es necesario realizar obras experimentales de una hora de duración y con diseño sonoro para sentirnos radioartistas. Eso existe, sí. Pero también tengamos en cuenta al radioarte a la hora de producir cualquier contenido de cualquier género. El radioarte como método se resume en que tengamos la disciplina de preguntarnos: ¿me preocupé por el sonido de esta producción? A partir de allí se abre una serie enorme de posibilidades estéticas que requieren de nuestra creatividad, y que se abren simplemente por sentarnos a reflexionar acerca del valor sonoro de lo que queremos hacer.
En este sentido, ¿hicimos una selección planificada de voces o pusimos la que había? ¿Por qué? ¿Qué voz le viene mejor al tema del que queremos hablar? ¿Voz masculina, voz femenina? ¿Por qué no ambas? ¿Suenan bien los textos que redactamos? ¿Tienen ritmo, tienen palabras lindas de escuchar? ¿Vestimos de forma convincente nuestra dramatización o dejamos que toda la trama se apoye en los diálogos? ¿Podemos usar sonidos reales, grabaciones de campo, en nuestra pieza? ¿Podemos opinar sin palabras? ¿Podemos ser menos obvios, menos repetitivos, menos textuales y explotar las capacidades de los sonidos, la música y el silencio? Y si podemos, ¿lo hicimos? ¿Puedo decir lo mismo de otro modo? ¿Es bello lo que estoy produciendo? ¿O es monótono? ¿Es comprensible o necesita algún condimento extra que refuerce el tema? ¿Estamos haciendo radio para disfrutar o solo para convencer?
El ejercicio de hacernos estas y otras preguntas es preocuparnos por la estética sonora de nuestra producción, es la posibilidad de no cerrarnos a lo primero que se nos ocurre, y es tener al radioarte como un aliado, una herramienta, una gimnasia y un método para hacer una radio más atractiva y, por tanto, útil.